Futuro-ficción y escritura colectiva-especulativa

Por Cristóbal Cea

Cécile Baily y Emma Tricard. Cortesía de las artistas

Cristóbal Cea: Lo primero que debo preguntar es cómo fue hacer una residencia en el contexto de las restricciones sanitarias en Chile y el mundo.

Cécile Bally: Llegamos en septiembre y estuvimos en Chile cinco semanas, desde principios de septiembre hasta principios de octubre… 

Emma Tricard: Pero tuvimos que hacer la cuarentena de una semana, que luego se transformó en dos semanas porque durante el vuelo fui contacto estrecho de alguien que dio positivo al covid 19. Así que al final tuvimos tres semanas para trabajar en NAVE en lugar de cuatro, lo que configuró el punto de inicio para llegar a un hemisferio, un país y una cultura en la que nunca habíamos estado inmersas. 

CB: Durante la primera semana hicimos un taller con dos grupos de artistas en NAVE en el cual escribimos diferentes textos de ciencia ficción que luego le entregamos a un escritor, para luego escribir un texto de ciencia ficción basado en talleres realizados en distintas ciudades en el mundo. Santiago fue una de las ciudades donde realizamos estos talleres; en ellos conversamos con los participantes sobre cómo imaginaban su futuro y el de sus ciudades en 50 años más. Al terminar el taller organizamos una performance que se estrenó en Alemania, a principios de diciembre. 

CC: El futuro es un gran tema. Tengo la impresión de que, hace digamos 10 años, era algo de lo cual no se hablaba mucho, y ahora pareciese que todo se trata del futuro. ¿Qué piensan al respecto?

ET: Creo que es interesante. He tenido especial interés en el tema desde hace un par de años. El año anterior a la pandemia hicimos una muestra con Cécile que se llamaba Hasta que el futuro nunca muera [Until the future never dies]; en ese momento, yo tenía un interés en el futuro basado en la gramática, en la conceptualización lingüística de lo que gramáticamente denominamos futuro. Por ejemplo, me parece fascinante que en los pronósticos del tiempo se refieran al clima del domingo –“el domingo hará frío”- como un mañana. 

Pensamos en este concepto como un presente, aún cuando lo enunciamos como futuro: la mayor parte del tiempo hablamos en futuro simple para hablar con certeza, y creo que de ahí surgió el punto de encuentro con Cécile y su pasión por la ciencia ficción.

CB: En mi caso la ciencia ficción es algo que he seguido en mi trabajo durante los últimos cinco años. Y desde la necesidad de avanzar hacia temas más particulares, es que decidimos empezar un trabajo de conversación con personas sobre su visión del futuro, no comenzando desde nuestra propia visión sobre lo que podría ser el futuro en 50 años, sino desde un hoy a partir de esta obra, que de algún modo es una conversación con otros sobre sus esperanzas para el futuro, sus miedos, etc. 

CC: Su residencia en NAVE es parte de un proyecto más amplio que abarca diferentes países en un proceso creativo que mezcla ciencia ficción y escritura colaborativa. De algún modo están probando y especulando con otras formas de escribir. ¿Podrían profundizar sobre eso?

CB: Cuando comenzamos con el primer taller intentamos -realmente intentamos- literalmente escribir un texto de forma colectiva, lo que implicaba que diez personas escribían distintas oraciones de un mismo párrafo; esto fue lo que hicimos en el primer taller, y resultó prácticamente imposible. Entonces, ese fue uno de los objetivos que intentamos y no lo continuamos… no es que hubiésemos fallado, pero…

ET: … Si hubiésemos tenido el mismo grupo cada semana durante un año, probablemente habría funcionado. Porque se necesitaba este tiempo para que los participantes se conocieran entre sí. En este primer intento era un grupo de personas desconocidas escribiendo frente a frente, lo cual es un poco intimidante. 

CB: Claro, entonces la manera en que procedimos fue hacer algo que fuese colectivo, llevando la historia más allá con el siguiente grupo, tomando preguntas o ideas que emergieron con un grupo, y llevándolas a otro grupo, por ejemplo, en Bélgica. Y desde ahí trabajamos estas preguntas en el contexto de estar en una ciudad diferente, para luego repetir esta operación con el grupo siguiente, en Aix-en-Provence, llevando la historia de un lugar al siguiente, y así, buscando respuestas a preguntas que no habían alcanzado a ser respondidas.

CC: Entonces es un texto viajero, ¿una especie de cadáver exquisito?

ET: Nos preguntamos si deberíamos mantener esta metodología así de experimental. Podría haber sido un ensamblaje, pero también queríamos probar ideas narrativas que no fuesen tan experimentales, en el sentido de que siguiese reglas tradicionales de establecer problemas y resoluciones. Trabajamos muchísimo con Cécile en buscar buenas preguntas que pudiésemos plantear al grupo y, simultáneamente, en encontrar textos escritos por participantes de los talleres que pudiésemos insertar en el texto general. 

Esto hicimos con un escritor, Clay, con quien también trabajamos el texto final, apoyándolo en el diseño del guion, con edición, comentarios y dirección. 

CB: Y también con trozos de texto, por lo que fue una colaboración con un escritor de ciencia ficción que realmente tomó todo el texto en sus manos como fuente para escribir otra historia de ciencia ficción. 

CC: Cuando hablan de una forma estandarizada de escritura, ¿podría decirse que estaban buscando encontrar una manera de realizar escritura no-lineal? O era su objetivo menos específico y más abierto que eso. 

CB: No

ET: Cuando mencionaste el cadáver exquisito, a veces el resultado es algo surrealista, creando una narrativa experimental.

CB: Y es que, si no tuvieses esta edición del texto, habríamos llegado finalmente a algo muy surrealista sin tener verdaderamente una historia. Pero finalmente lo que tomó más trabajo fue manejar todas las ideas de todas estas personas para crear una narrativa que quieres leer como historia. 

No queríamos desafiar la forma en que se escribe una historia, de hecho, todo lo contrario. Gran parte del trabajo estaba hecho para juntar personas a pensar historias de forma colectiva. 

Cécile Baily y Emma Tricard. Cortesía de las artistas

CC: ¿Y fueron los participantes de los talleres capaces de sentir esto? ¿Fueron capaces de entender que, a través de escribir estas historias, se estaban comunicando con los participantes de talleres anteriores?

ET: No de forma tan directa. Por ejemplo, decidimos no leer las distintas versiones del texto principal en cada taller. Principalmente porque no teníamos tiempo de leer 15 páginas de texto, pero también para permitirle a cada grupo crecer y desarrollar preguntas sobre los temas planteados cada vez. 

CC: Sobre el asunto de lo real y la ficción, sus textos y performances suceden en un espacio liminal, constantemente compuesto y reconfigurado. El resultado no es una historia concreta, pero, sin embargo, no deja de ser real. ¿Consideran que las condiciones de vida digital contemporánea ponen en crisis los conceptos tradicionales de realismo?

CB: Muchas personas dirían que hoy en día vivimos en la ciencia ficción. Pero una crisis del realismo, no lo sé. Pienso que estamos más interesadas en desafiar la noción de futuro. Pienso que el realismo no es algo en lo que nos sintamos particularmente desafiadas. 

ET: El hecho de que entendamos la realidad como una idea cerrada, como algo que, para algunas personas, para la sociedad occidental sea una entidad cerrada y estática, es algo que me gustaría desafiar. Intento entender cómo la realidad todavía contiene, más allá de su propio futuro, una potencialidad en donde las cosas no son simplemente una flecha recta hacia adelante. Y ahí la especulación es solamente una entre tantas herramientas.

CB: Diría que la forma con que trabajo con la realidad en mis shows proviene de que usualmente trabajo con magia, trucos de magia, e intento entender cómo es que algo puede ser considerado magia o mágico si es que entiendes cómo se llevó a cabo el truco. La forma en que la realidad puede ser magia permite a la magia ser real, le permite seguir existiendo aun cuando creas o sepas que es un truco. 

CC: ¿Tal vez el potencial del arte es predecir de otra forma?

CB: Personalmente no trato de predecir nada haciendo arte, creo. Estoy contenta haciendo trabajo que le permite a la gente pensar lo que quieran pensar. 

CC: Lo que dijiste sobre trabajar desde ideas abiertas y no desde la realidad como un concepto cerrado. Tal vez el valor de lo especulado, en un plano artístico, ¿no es la certeza de la predicción sino la potencialidad de que suceda?

ET: Si, también la ciencia ficción tiene sus límites en esto porque muchos autores nos han hecho creer en predicciones que hicieron muchos años atrás, proponiendo una idea muy fuerte sobre lo que el futuro podría ser. No es raro entonces que escritores de ciencia ficción sean convocados por los ejércitos para proponerles narrativas de futuro que pudiesen desarrollar.

También es interesante entender que lo más importante de este proyecto fue poder conocer personas, tener discusiones durante talleres y entrenar el músculo de hacernos preguntas. Tener un espacio para esto puede parecer básico, pero lo que descubrimos en el poco tiempo que estuvimos en todas estas localidades fue muy interesante y no hubiésemos descubierto esto si no hubiésemos pasado por este proceso.

CB: Pienso que es interesante porque cuando trabajas con predicción, en términos económicos, cuando cada año el gobierno anuncia las proyecciones de crecimiento para el año siguiente, ya está de algún modo trabajando como escritor de ciencia ficción porque estas proyecciones, estos números, tienen un efecto en el futuro. Entonces cuando hablamos de predicciones en economía también hablamos de números que en realidad no sabemos cuáles son, hablamos de números que son empleados para tener un efecto en la economía del futuro. 

Pienso que en ciertos aspectos tanto artistas como economistas trabajamos de la misma forma: intentando preparar, o mostrar algo que tenga efectos en las personas, aunque con objetivos bastante diferentes entre sí, por supuesto.

CC: Pero como artistas ustedes proponen una situación en donde se encuentran con preguntas, historias y eventos improbables… ¿en sus encuentros se conjura lo inesperado?

CB: Sí, y también en la economía.

Cécile Baily y Emma Tricard. Foto por Nina Bessard

CC: En educación artística he notado en varias oportunidades cómo el juego es mirado en menos. Como si hacer arte con elementos de juego fuese un arte poco serio. ¿Qué tan importante es el juego y la fantasía en su trabajo?

CB: Sí, claro, hacer arte es proponer algo que no tiene un valor evidente, pero que es indudablemente valioso. Una gran diferencia entre el arte y otros modos de hacer es la relación entre el valor de las cosas y su efecto: en el arte el efecto no es tan directo, sin embargo, tiene un efecto y supongo que por eso me interesa hacerlo. Es un tipo de valor difícilmente cuantificable.

ET: Pienso en el juego, la risa y el dejar espacio a lo intuitivo como una constante en donde tenemos una responsabilidad como artistas. Porque trabajamos con fondos públicos, y en este sentido necesitamos metodologizar y desarrollar un trabajo que genere un lugar en donde podamos dejarnos ir: este es el espacio donde sucede el trabajo, el lugar en donde trabajamos juntas de forma alegre. El trabajo puede ser algo que tenga humor y conlleve diversión. 

CC: ¿Trabajan mucho con la articulación de métodos de creación?

ET: No. Es nuestra forma de entrar al taller: es el juego y la liviandad que buscamos encontrar, porque el mundo está tan jodidamente pesado hoy en día, que inventar un lugar de liviandad ya es dar una gran pelea. 

CC: Coincido con que el mundo está muy denso hoy en día. ¿Consideran que es parte de su responsabilidad como artistas encontrar o generar estas situaciones de juego y liviandad?

CB: No es la única, pero sí. Hacemos cosas de la nada, y no me gustaría que todo sea excesivamente serio o denso.

CC: Mirar noticias y hacer doomscrolling hace difícil mantenerse esperanzados. El año pasado María Ruido, en una entrevista de Paula Salas, señaló que ser optimista era una declaración política y una responsabilidad en el contexto social y político actual. 

ET: Hemos observado durante los últimos 15 años cómo la ciencia ficción suele escribirse en términos distópicos, y es difícil encontrar utopías. Y cada vez más el discurso de la ciencia ficción -algo que se está volviendo casi una moda en estos días- consiste en preguntarse cómo fabular o soñar futuros positivos y alejarse de la enorme cantidad de discursos distópicos que nos rodean y que no está mal que existan. 

CB: Por ejemplo, nos interesa mucho un movimiento brasileño llamado Solar Punk, cuya premisa es pensar que la crisis ecológica fue resuelta, y desde ahí colocarse en una posición postcolonial para pensar un futuro positivo desde ahí.

CC: Están mostrando el resultado de estos talleres en Alemania, ¿podrían contarnos sobre sus esperanzas para esta pieza? Es una historia que fue escrita de forma muy particular, ¿cómo presentan una historia así?

CB: Trabajamos mucho con la noción de adaptación. Sobre cómo adaptar una historia a una pieza de danza y performance, cómo decidimos alejarnos de una estética realista del performance. Fue muy desafiante entender cómo reconstruir una idea de narración hacia una dramaturgia no-realista. El show tendrá su presentación en conjunto con el lanzamiento del libro que contiene esta historia escrita de forma colectiva, y estamos muy contentas de presentar estos dos trabajos de forma simultánea.